Antonio Peña Fernández nace en Yecla (Murcia) el 10 de febrero de 1938. Comienza sus estudios musicales a la edad de 13 años. A partir de este momento su vida transcurre por una amplia y dilatada historia musical. Su primer instrumento fue el oboe, después continúa sus estudios con el clarinete y, más tarde, lo hace con el saxofón alto y tenor. Estudió armonía, instrumentación y composición con el prestigioso director D. Miguel Asín Arbot.
Fue el promotor para la fundación de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla y fue primer director de la misma. Desde 1975 y hasta 1991 fue director de la Unión Musical “Santa Cecilia de Caudete”, llegando en algún momento a superar las 60 plazas de plantilla.
Su paso por la historia musical de Caudete ha supuesto un antes y un después debido a que a lo largo de este período sucedieron hechos de trascendental importancia que lo implicaron directamente, y digo esto porque también ocurrieron otras pequeñas cosas que se desconocen y que Antonio recuerda y que haciendo honor a la verdad, tiene a bien contarnos, tal y como sucedieron.
Transcurría el año 1952 ó 1953, Antonio tenía 14 ó 15 años y una noche se encontraba ensayando con la banda de música de Yecla cuando se presentó un señor bien vestido y con sombrero que llevaba un manojo de papeles enrollados debajo del brazo. Tras hablar con el director, éste lo presentó como un amigo músico de Caudete, que se encontraba allí con la intención de que se le probara un pasodoble que había compuesto recientemente y así poder escucharlo por primera vez. Repartió los papeles a los músicos y acto seguido lo interpretaron varias veces, deteniéndose y fijándose en algunos detalles. Cuando este señor consideró que era suficiente, recogió los papeles y dando notables muestras de agradecimiento se marchó. Fue la primera y última vez que Antonio vio a este señor, pero aquella memoria quedó grabada en su memoria. El destino quiso que años más tarde Antonio viniera a Caudete y, al poco, se interesó por aquel pasodoble que llevaba en su recuerdo. Al preguntar por él a los músicos, éstos no lo conocían y entonces trató de conseguirlo a través de los familiares del autor ya que éste había fallecido. Al principio la familia se mostró un poco reticente y no sin razones, debido a que conocían los sucesos que habían acontecido en torno al autor. Pero finalmente debido al interés que mostró Antonio por interpretarlo, la familia accedió y le entregó las partituras originales, las mismas que habían probado en Yecla hacía veintitantos años. Ya habréis adivinado que aquel señor bien vestido y con sombrero era D. Juan Ángel Amorós y que el pasodoble que buscaba Antonio era “El Caudetano”. Pues bien, es una pequeña historia que era desconocida (al igual que el pasodoble “El Caudetano”), pero que a través de ella podemos saber un poco más del que hoy es considerado emblema y orgullo de nuestro pueblo.
Pero Antonio también lleva en su memoria otros recuerdos como son los primeros ensayos, la grabación que se realizó para Radio Nacional de España, la constitución de la sociedad en 1978. Cuando por iniciativa del Padre Ramón Gisbert se propusieron la recuperación de la plegaria a la Virgen del Carmen, conocida popularmente como “la alcachofa”, y que fue interpretada los primeros años por un grupo de niños desde la terraza situada sobre el “Bar Los Mirenos”. Cuando en 1985 se formó la Coral polifónica “Villa de Caudete” con la que junto a la banda se ofrecieron algunos conciertos. Cuando en 1988 se recuperaron y se interpretaron por primera vez desde hacía más de 50 años la totalidad de los villancicos a Nuestra Señora de Gracia y tantos otros recuerdos y vivencias que siempre llevará en su corazón.
Ya en 1991 cuando decide por voluntad propia dejar la Unión Musical, la banda contaba con más de 40 plazas y la escuela de educandos en funcionamiento. Entre los años 1992 y 1996 dirige la Unión Musical “Virgen del Remedio” de Petrel (Alicante).
Fue miembro del Colegio Nacional de Directores de Bandas de Música Civiles y una de sus principales actividades fue la composición.
